miércoles, 25 de mayo de 2011

Spanish (R)Evolution

Para todos aquellos que no habéis entendido el resultado de las elecciones pasadas, dejadme que os cuente un ejemplo ilustrativo que os ilumine, como me iluminó a mi cuando me pasó:

El domingo pasado y de manera motivadísima me dispuse a votar. He de reconocer que tomé mi decisión definitiva practicamente a la entrada del colegio, lo cual ponía en evidencia el tremendo caos político-intelectual en el que yo, al igual que otros 35 millones de ovejas nos veíamos sumidas, debido a las manifestaciones tan recientes sobre necesidad de cambio con las que inevitablemente todos tenemos 35 millones de excusas para identificarnos. Así fue como tomé las papeletas correspondientes, las metí en sus sobres y me dispuse a verterlas en mi urna electoral (privilegio que a los jóvenes nos dejan hacer personalmente... Oh, qué guay) cuando, tras pasar la cola correspondiente veo que una señora muy señoreada (el calificativo es poco original pero apropiadísimo) hace una maniobra envolvente 3-14 para colarse tras de mí, posicionándose delante de mi hermano, el siguiente votante que tímidamente contemplaba la escena. Cuando mi trozo de papel higiénico fue introducido definitivamente en la urna ante mi mirada inquisidora, me acerco a la señoreada y se produce la siguiente conversación:

YO.- Disculpe, hay cola para votar.
SEÑOREADA.- Ya... Imagino que cada mesa tendrá la suya.
MI CARA.- O_O
YO.- Claro, y usted se las salta
SEÑOREADA.- Cuando he venido no he visto a nadie...

Ante el absurdo argumental, decidí contestar a esta estupenda dama con mi espalda, al tiempo que me dirigí a la salida reflexionando sobre lo estupendo que es ejercer tus derechos y responsabilidades civiles de manera incívica.

La mayoría de la población atribuye el éxito de la derecha a la mala gestión de la situación económica y social del gobierno actual, así como a una mayor predisposición de los votantes conservadores a cumplir con el cometido. Lo cierto es que, no ha triunfado nadie: han fracasado el civismo y la democracia. Definirse a uno mismo como buen ciudadano implica responsabilidad en el uso y respeto de las libertades en todos y cada uno de nuestros movimientos a lo largo del día, desde que abrimos la pestaña de buena mañana hasta que nos metemos en la cama (ahí si está justificado perder el civismo). Si nos colamos para echar un sobre en una urna, ¿no es hipócrita quejarse de que Camps gane las elecciones en Valencia?

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