Es cierto eso que dicen de que en los momentos más adversos de tu vida aprendes las cosas más relevantes de ti mismo y de los que te rodean. Es una putada no poder tenerlo todo, una putada muy grande cuando tienes que desprenderte, aunque sea temporalmente, de cosas que consideras imprescindibles para que los cimientos que sostienen la persona que eres no se caigan. Pero cuando ves a la gente a la que quieres y admiras realmente triste porque te vas, te das cuenta de que hay algo que estás haciendo muy bien. Mi familia, mis amigos... algunos de ellos conocidos este año, gente que ha sentido la necesidad de expresarme cuánto desean que me vaya mal en Canadá para volverme pronto y estar junto a ellos. Qué maravilla. Me voy de este país con una mano delante y la otra también, con una insatisfacción laboral indescriptible, pero encantado de haberme conocido porque, como ya te dije a principios de este año, maleta en mano y sin casa, soy una persona increíblemente afortunada, no sólo por lo que tengo, sino porque además sé valorarlo.
jueves, 4 de julio de 2013
La suerte de mi vida
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