miércoles, 13 de febrero de 2013

Todo lo que nunca quisiste saber de los hombres

Ciertamente, soy un sabiondo. Pero hay hechos que ocurren en esta sagrada naturaleza nuestra para los que ni yo, desde mi suma prepotencia, puedo inventarme una explicación. Así es que ya te aviso que no deberías esperar una teoría panacea que te consuele agrupando en una ley algún desagradable o simpático fenómeno sociológico, porque hoy voy a hablarte de los hombres y su comportamiento en las relaciones. Feliz San Valentín.


Tantas y tantas horas de conversación resueltas en un post: no hay explicación para el comportamiento masculino durante el ligoteo. Sé lo que hacemos, sé que está mal, sé que todos sabemos que esta mal. Pero lo seguimos haciendo. Probablemente porque es la solución más rápida, probablemente alguno se dirá a sí mismo que es lo mejor para todos, lo menos dañino... Pero el caso es que mentimos. Mentimos y mucho, aunque si vamos a tocar este tema seamos del todo sinceros, y es que nosotros mentimos pero es tremendamente fácil cogernos. Lo que pasa es que no queremos sinceridad cuando no nos va a gustar lo que vamos a oír, así es que nos preguntamos una y otra vez qué hice mal, dónde pude cagarla, por qué me dijo que me iba a llamar y no lo hace.


Hay mucha gente con unos "trust issues" enormes por culpa de esto y gente que se comporta como locos obsesos cuando en realidad no lo son porque creen que pueden hacer algo para captar la atención de alguien a quien no importan. Quizá no haya una explicación sobre por qué mentimos los hombres, pero lo que si hay es un kit de supervivencia que se basa en una sola premisa y es que el éxito en jugar a "lovers" sin que se te raye la armadura está en la sencillez con la que juegues.


Dice el proverbio árabe que si me mientes una vez la culpa es tuya, pero si lo haces dos veces, la culpa es mía. Los hombres ya te hemos mentido una vez (probablemente ya te hemos mentido unas 53398 millones de veces), si lo seguimos haciendo es porque tú sigues fijándote más en nuestras palabras que en nuestros hechos... Como veo que eres un poco torpe, voy a pasarme al formato editorial-consejo que tanto te gusta, para que puedas tener las claves necesarias para jugar con hombres y ganar la partida y así en consecuencia dominar el mundo y ser como Beyoncé:




Instrucciones de uso de los hombres o cómo traicionar a tu género en un post:



En tres pasos, porque los hombres somos simples. Si, los gays también. La mayoría. Yo qué se, tampoco soy sociólogo...


    1. Lo primero que necesitas entender es que para nosotros, el triunfo está en la cantidad, no en la calidad. Es por esto que, habiendo dos tipos de machos en base a si nos gusta o no emparejarnos, la segunda opción es la claramente más numerosa. Por eso, dejarnos saber que nos necesitáis cuando nos estáis conociendo es como sacar una escopeta delante de Bambi.



    2. Mentimos mucho, pero no todo lo que decimos es mentira. Detectar con total clarividencia todas y cada una de nuestras frases falsas es prácticamente imposible, pero si es cierto que hay una serie de señales estándar que se cumplen en todos nosotros. Si hablamos de nuestros sentimientos con la entrepierna a punto de nieve, estamos mintiendo. Si usamos frases hechas, estamos mintiendo. Pero sin duda, la más clara de todas las señales, si te decimos que queremos total sinceridad, que nos comuniques lo que se te pase por la cabeza y que no vamos a jugar al cal y arena contigo estamos inequívocamente mintiendo.




    3. Familiarízate con la navaja de Ockham, porque ya te he explicado que jugar sencillo te va a preservar, y la explicación más sencilla es siempre la más probable. Si no te llama, no tiene interés, si no te escribe, no tiene interés, si cuando estás con él no te pregunta por tu vida y no te escucha, es muy probable que no vaya a tener interés nunca. "Pero es que él me dijo..."/ hechos, no palabras. "Pero, ¿y si...?"/ HECHOS. "Pero a lo mejor..."  H E C H O S. No te lo voy a repetir más.  







Teniendo en mente estos tres consejos y valorándote lo suficiente como para no soportar comportamientos motherfuckers y ser capaz de deshacerte de lo que no te conviene aunque te guste muchito mucho, ya deberías tener todo lo que necesitas para salir a disfrutar de este mundo sin dramas... Y si lo que te he contado no te ha servido de nada siempre puedes hacérmelo saber o mentirme, si eres un hombre como es debido.



jueves, 3 de enero de 2013

2013 motivos





Para odiarme. Qué tranquilidad da saber que todo es un equilibrio donde tus defectos son la clave de tus virtudes. Llega la hora de hacer propósitos de año nuevo y a mi me pilla con el estómago vacío, donde tantos piden cambiar yo pido más de lo mismo. Este año quiero ser más vago, más preocupado y correcto, quiero ser más dramático si cabe y me quiero rayar la puta cabeza muchísimo más. Porque miro a todo lo bueno que viene con eso y no puedo estar más satisfecho. Si mis virtudes favorecen la germinación de la felicidad en mi vida, mis defectos no son más que el agua que todo lo riega, la fuerza que me impulsa a ser mejor. Soy excesivamente nostálgico, me acuerdo mucho de los que he tenido, porque los he tenido importantes. Soy criticón, mandón, prepotente y atrevido corrigiendo al resto. Pues con semejante saco he llegado a acumular una riqueza que para sí la quisieran muchos. Me rodea una gente que me lucen como las joyas que son, aquí y a kilómetros a lo lejos, vivo bajo una situación privilegiada porque tengo una familia privilegiada. ¿Qué voy a cambiar en este año? Absolutamente nada, con lo que tengo he llegado hasta aquí. ¿Qué le voy a pedir a los reyes? Más, más yo mismo, porque aunque no haya espejo que abarque el reflejo de todo lo que soy, de todos los que soy, forma parte de mis taras el querer ser más grande cada día.


2013 virtudes, 2013 defectos. La moneda perdería la mitad de su valor sin una de sus caras.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Barbie Boy



Paso número uno: 

Métete aquí.




Paso número dos: 

Prosigue con tu vida como si nada hubiese pasado, o al menos inténtalo. Intenta convencerte a ti mismo de que tu café es un caro zumo antioxidante, de que tus ventanas dan al West Hollywood y de que el mayor de tus problemas el día de hoy es que tienes que llevar a fluffy al veterinario porque te hace la caca blanda. No quiero pagarlo contigo, Orlando Soria, porque eres un interiorista y bloggero muy molón, pero lo de convertirte en máximo estandarte del afán de protagonismo americano y de la atmósfera gay de plástico fino, ha sido un craso error completamente innecesario. 

En cualquier caso, Orlando, valiente, ha denunciado un problema que, para el que lo padece, sabe que es como un bosque de sequoias, en el que no se ve nada claro ni se conocen los límites. Lejos de ser un asunto circunscrito al planeta de los ponis, todos al padecer inseguridades sabemos cubrirnos el cuerpo con capas y capas de superficialidad y buscar el halago fácil, aunque a la larga, esto es un remedio poco efectivo. Así es como, en busca de una solución al problema he decidido remontarme a sus orígenes, reeditando el post de Soria, dándote soluciones y creando mi propio decálogo:




¿Por qué tan inseguro?  


     1. A mí no me señales con el dedo. 

Cuando alguien se caga en tu puta madre no dudas sobre la profesión que ésta ejerce ni sobre que tenga la cabeza llena de heces, no entiendo entonces porqué cuando te llega un mal feedback lo asumes automáticamente como verdadero. En mi último encontronazo me soltaron la siguiente joyita: el problema es que has sido tú mismo... Blíndate contra el agravio porque la gente puede ser increíblemente estúpida.  
    

     2. Modestia aparte. 

Gracias, gracias, por favor, para, que me pongo coloradete. Encajar los halagos forma parte de ser modesto y si me apuras, resulta hasta sexy. Cuando desprecias un reconocimiento no estas siendo humilde, estás evidenciando que no te gustas. Aunque no estés de acuerdo con el calificativo positivo, tómatelo como una paga extra, a nadie le viene mal que le den dinero.


    3. Quiero ser como Beckham.

Decía Einstein que si un pez se juzga a si mismo por su capacidad de trepar árboles, pasará su vida sintiéndose un estúpido. Saber donde están tus limitaciones y no ahogarse en el mar de las comparaciones te hace más fuerte. Que si, que vale, que siempre va a existir alguien mejor que tú en cualquiera de los ámbitos, la pregunta es: ¿y qué? 

   
    4. Salto con pértiga.

Hay que ser realista en esta vida. Si jamás vas a medir más de un metro noventa centímetros no tiene demasiado sentido que te propongas tomar el relevo de Gasol. La grandeza de un hombre se mide por la magnitud de sus inquietudes, por eso tienes que tener grandes metas, pero los objetivos diarios tienen que ser pequeños y acordes a tu capacidad si quieres asegurarte el éxito.


    5. Cariño, ¿estoy gorda?

Al igual que tú sabes que siempre va a haber alguien mejor que tú en cualquiera de tus competencias, lo sabe la gente a la que le importas, lo saben de una manera muda y ausente, porque no les preocupa. Lo que Orlando Soria no entiende cuando se plantea que su novio está en el vestuario del gimnasio viendo cuerpos más fibrados que el suyo, es que todos somos un conjunto súper accidental de átomos y experiencias irrepetibles e inigualables. Me la trae al pairo que veas a chicos más guapos que yo, nadie te va a dar lo que yo te doy como yo te lo doy. 

    
    6. ¿Quién es ese del espejo? 

Si tu eres pleno conocedor de tus virtudes y tus defectos sabrás lo que puedes abarcar de manera competente y satisfactoria, y te alejarás del fracaso que agrava la inseguridad. Además, no te pillará de sorpresa cuando algún espíritu succionador de alegrías venga a amargarte recordándote que tienes una oreja mas caidita que la otra: ya lo sé y me encanta, es mi sello personal. 


   7. El bagaje.

No te olvides de que por mucho que vayas de víctima, tú eres el peor de los jueces. Así pasamos por alto que conocer a gente nueva es una oportunidad para entrenar un poco de role playing, y que los que ya nos conocen no dominan tanto nuestro conocimiento sobre nuestras inseguridades como lo hacemos nosotros. Si caminas como un perro y ladras como un perro te conviertes en un perro, juega a estar seguro de ti mismo y deja atrás lo que has vivido hasta ahora, a ver qué pasa.  


   8. Autorretrete.

La imagen es nuestra carta de presentación a corto plazo y si no estamos a gusto con ella el tufillo a inseguridad nos invade. Es increíblemente fácil caer en la obsesión del culto al cuerpo cuando el bombardeo sobre la perfección física es constante, por eso uno de los experimentos más recomendables a la hora de objetivizar el juicio es el de desmitificar a esa gente. Cuando pasas tiempo con esos privilegiados que parecen hechos por encargo y que a primera vista tienen todo lo que se necesita para ser feliz en su cara, rápido te das cuenta de que dios no existe.


   9. No me dieron suficiente cariño en la infancia.

En Psicología se estudian las atribuciones de causalidad como uno de los factores más importantes a la hora de determinar el curso y aparición de los trastornos del estado de ánimo. Entenderte mejor pasa por saber cuáles son los motivos que te han llevado a ser como eres. Hay circunstancias que se escapan a nuestro dominio y que dejamos que nos influyan como si fuesen culpa nuestra: no te definas a ti mismo con calificativos que no provengan directamente de experiencias donde hayas sido tú mismo, donde tú hayas sido el protagonista. Y por supuesto, no tienes la culpa de no ser el sobrino favorito.


   10. Mi zona de confort. 

Este es el barrio residencial de los inseguros. Todos dudamos de nosotros mismos en algún momento, pero sólo los que responden a esas dudas actuando se superan. La falta de intentos no te preserva del fracaso, simplemente dilata su ocurrencia. 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

James Dean




Estos son los post que más te gustan, en los que cojo un topicazo por banda y lo machaco hasta que sale arena de mi puño. Pero antes de que te exaltes he de advertirte que voy a señalarte directamente con el dedo, porque tú también has afirmado alguna vez que te gusta que te den “caña”. Pues te la voy a dar, aunque intentaré no ser muy duro, puesto que si eres esa clase de persona es porque a tu autoestima le queda un 3% de batería.


La peste se ha extendido entre la población en forma de sarcasmo y malvado inteligente de serie de televisión. Y cuanto más tarda en responderte al whatsapp, más atractivo es tu interlocutor. Porque el que te halaga es un pringado y el que te me maltrata un triunfador, vas citándote con otras personas con la tarrina de helado ya en la nevera... No hay manera más efectiva de avocarse al fracaso que cuando solo tienes opción de fracasar: a) si muestras interés en tratarme bien y en cuidarme, no quiero que lo hagas; b) si no quieres hacerlo voy a perseguirte hasta que cambies de opinión, cosa que pasa en la más ínfima minoría de los casos y que me devuelve a la opción a. Tómate una pastilla de madurez cada 8 horas y recuerda que cada vez que manifiestas los síntomas de tu enfermedad evidencias que te gusta que te azoten porque no conoces otra forma de trato, pero sobre todo que no sabes identificar la diferencia entre que te traten bien y que tú tengas la sartén por el mango, lo cual permite a tu audiencia contemplar el más penoso de los espectáculos, el que proporciona ese que intenta dominar una situación ejerciendo un poder que no tiene.  

martes, 23 de octubre de 2012

Me río en la cara del peligro



Llámalo Otoño en Badayork, llámalo aburrimiento existencial, pero útimamente estoy de un ñoño que me regurgito. En semejante estado flotante no puedo más que ver monadas a mi alrededor, todo me provoca una ternura de parada cardiorespiratoria... Porque todavía hay gente que hace emoticonos manualmente, que busca "google" en google, gente que se come la nata de su mocca blanco antes de bebérselo y que se quedan parados en los escaparates de las tiendas de animales. Gente que sonríe sola por la calle, que llora disimuladamente en el cine y que se matan de risa cuando se tropiezan en público o se dan cuenta de que están equivocados. La gente puede ser increíblemente achuchable hasta la asfixia. Por eso me matan los humanos que va en contra de los humanos: parcas que te consumen la energía con su negatividad, que vacían de oxígeno las habitaciones con sus opiniones y que no rellenan de agua las cubiteras después de usarlas.

Los parásitos del buenrrollismo son muy fáciles de identificar. Incívicos cohabitantes del espacio se manifiestan a través de una gran boca por la que emiten sonidos guturales de desprecio hacia todo, sonidos cansados, machacones. Suelen ir acompañados de un atril para dar sus ponencias, porque son el parásito más generoso que existe, y quieren hacerte partícipe de su saber y de su modo de vida infeliz pero "realista". La máxima expresión de estos ejemplares son los que elevan su idiotez un nivel más allá: los que no solo están en contra de sus iguales, sino que proporcionan más desprecio a los que más se parecen a ellos. No hace falta que te hable de mujeres machistas, homosexuales homófobos que machacan a "locas" o "camioneros" o extremeños conversos. A veces las cosas son lo que parecen, a veces la gente lo único que quiere es ser feliz, y a mi cada día me cuesta más enfadarme, cada día me cuesta más tomarme la vida en serio, cada día que pasa intento ser más iluso que el anterior, porque con todo lo presumido que soy, con todo lo correcto que quiero parecer y en definitiva, con todo lo que quiero controlar mi imagen, viendo mis fotos tengo que reconocer que en las que salgo más orcotrol, son las de las mejores noches. Relájate y disfruta, pollo.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Colisión



Anoche estuve pintando un mapa de carreteras, porque de alguna manera tienes que encontrar una guía en estos tiempos tan oscuros, propios del dominio de Slytherin. Al volver sobre tus propios pasos es fácil detectar un patrón que se repite entre cruces, pasos de diferentes peatones y semáforos que se abren y se cierran. Y me di cuenta de que parte del peaje de estar vivo es no ver el final, porque nunca sabes cuándo te vas a encontrar por última vez con alguien, lo cual es una suerte. Nunca he creído en el disfrute de la última cena: es imposible sentir cuando estás tratando de atesorar segundo a segundo en tu memoria lo que estás viviendo bajo el conocimiento de que no vas a volver a vivirlo. Afortunadamente la vida no te da la oportunidad de despedirte, y donde unos ven una espina clavada eternamente yo veo un finiquito en la plenitud de una relación. El mejor ejemplo somos tú y yo sin duda: hace tiempo tuvimos un accidente en un cruce, conduciendo en direcciones opuestas. La colisión estaba perfectamente justificada, porque era la primera vez que pasábamos por allí y no conocíamos bien el barrio. Parecía que la serendipia nos rendía un homenaje en un primer contacto, hasta que llegó el momento de firmar los papeles del seguro y nos dimos cuenta de que seguros estábamos, pero no de las mismas cosas. Ambos pensamos que el que tenía que ceder era el otro, así es que volvimos a la charla agradable del principio para obviar la discrepancia y fuimos retomando la dirección que llevábamos sin despedirnos, sabiendo que a veces la perfección es incorrecta. Cuando paso por esa calle todavía recuerdo el ansia por ponerle un punto final a nuestro encuentro de manera oficial, pero hoy sé cual es el barrio que tú frecuentas y al compararlo con el mío me doy cuenta de lo irreconciliable de las posturas entre dos personas que no hablaban el mismo idioma, entre dos personas para las que "adiós" no significa lo mismo.

viernes, 14 de septiembre de 2012

25



Hoy la ponencia va sobre el tiempo y su paso. Un tema nuevo del que no he hablado nunca.

Un día atendí al profesor que me estaba dando clase hasta que éste me dio algo en qué pensar cuando comentó que si el ser humano tiene memoria es porque no tiene tiempo.

Ya tienes veinticinco, el cuarto de siglo. Ahora ya empiezas a estar más cerca de los treinta que de los veinte. ¿Qué tal te sientes hoy, un año más viejo? Consuélate con que aparentas más con esa perilla.

No te alteres, especie humana, que por mucho que se lo pongas fácil a mi misantropía con frases como esas el día de mi veinticinco aniversario, he decidido empezar a valorarte como lo que eres: un reloj parado. Por eso, hasta el más tonto de tus ejemplares tiene razón dos veces al día.

El ser humano tiene memoria porque no tiene tiempo. Quédate con eso.

Hace poco vi en un documental que, partiendo de la idea de que la división celular era finita, se podía estimar que nuestro cuerpo se renovaba por completo cada siete años. La persona que eres hoy no es la misma que la que eras hace siete años. De hecho si lo eres, porque no tenemos tiempo, así es que la vida te enseña lo básico y necesario durante tus primeros siete años, de manera metafórica, y a partir de ahí todo es renovación del mismo conocimiento, mas avejentado, maduro o velludo, pero al fin y al cabo, el mismo conocimiento. 

Este jueves me levanté a desayunar y cuando mi madre me felicitó por mi cumpleaños le dije: "si, máma (imperativo del verbo mamar), "muchas felicidades" "muchas felicidades" pero la última vez que me trajeron el desayuno a la cama venía en un biberón", a lo que mi madre respondió: "hijo, no te agobies por cumplir veinticinco, porque sigues estando igual de tonto que siempre". Estupendo, mi madre y Jessica Lange ahí ahí.

Hay un montón de normas que llevas 25 años cumpliendo, siempre ha sido así hasta que un día te paras a cuestionarlas y te das cuenta de que ni si quiera sabes cuál es el sentido de la norma porque desconoces las consecuencias de incumplirla... Como muestra, un ejemplo que se me ocurre al azar es que un texto tenga que tener sentido...

Soy la persona menos constante que conozco. La mayoría de los proyectos que inicio se quedan sin terminar por miedo a que no sean lo que espero de ellos. Empecé un cuaderno tratando de llenar sus páginas de reflexiones nuevas, pero luego caí en la cuenta de que escribir sobre aprendizajes nuevos es imposible, porque todo lo aprendiste ya, durante tus primeros siete años de vida, lo que pasa es que no te acuerdas porque no te dió tiempo a memorizarlo, así es que la humanidad tiene que repetirte el mismo conocimiento universal cada doce horas. Felicidades Diego, tienes 25 años y, aunque creas que no lo has hecho nunca porque tus células no han parado de renovarse, sabes perfectamente cómo se desayuna en la cama.